Policy making y límites del institucionalismo
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Para evaluar la formulación de políticas, normalmente es interesante remontarse a los orígenes más sociológicos de la emergencia del sistema de partidos del país en cuestión y a los límites de su institucionalismo para poder entender con mayor profundidad la esencia de estas políticas.
En este caso, en lo que respecta a la configuración
de los sistemas de partidos, desde una vertiente más teórica, esta emergencia
surge principalmente de los cleavages que se producen a raíz de la
aparición de los estados-nación y de la revolución industrial (Lipset y Rokkan,1967).
Sin embargo, otros autores de referencia como Boix (2007) discrepan en tanto
que argumenta que los intereses en los entornos institucionales juegan un papel
más importante. Veamos un poco más.
Esta afirmación se debe principalmente a dos factores. En primer lugar,
porque se rompe el principio central de la racionalidad instrumental para los
votantes, donde justifica que los votantes no tienen unas preferencias preestablecidas
ni que los políticos son actores motivados ideológicamente que buscan
representar ciertos intereses, sino que son los propios políticos quienes
articulan en torno a un principio ideológico determinadas preferencias para
servir a sus intereses personales.
Sin embargo, los políticos no operan en el vacío, sino que tienden a elaborar promesas electorales para maximizar sus votantes. En pocas palabras
para explicar los sistemas de partidos, tenemos que entender el tipo y la
distribución de las preferencias de los votantes.
Y, en segundo lugar, para superar las explicaciones sociológicas de la formación de partidos, otros factores relevantes pueden ser las explicaciones organizativas e institucionales, donde estos modelos entablarán un vínculo entre los intereses de los votantes y los vínculos de la política para hacer hincapié en las formas en las que las estructuras institucionales determinan la naturaleza de la representación partidista. De este modo, el constreñimiento institucional mediante las normas y leyes electorales estimularán comportamientos estratégicos de las élites y los votantes, que determinarán mediante una perspectiva racionalista un sistema político determinado.
Por otro lado, y siguiendo el modelo de Boix, los límites del
institucionalismo también juegan un papel muy relevante, diferentes muros lo limitan, aunque se podría decir que este límite anuncia que el tipo de reglas de las cuentas institucionales no pueden
servir para predecir la localización espacial, los compromisos ideológicos ni
la naturaleza del apoyo electoral de los partidos que competerían en las
elecciones, especialmente si los comicios se dan con un espacio
multidimensional. Es decir, la regla de la mayoría, por ejemplo, puede
generar sistemas bipartidistas, sin embargo, ninguna ley electoral puede
predecir la combinación ideológica de estos dos partidos.
Por lo tanto, la pregunta que más compete hacerse
ahora es, en base a estos supuestos, ¿Qué influencia tienen las
instituciones sobre el sistema de partidos? o ¿Tiene realmente un impacto electoral
o en el policy making de un país?
Las respuestas pueden
ser variadas y bajo diferentes perspectivas, aunque considero que existe un
cierto choque exógeno en el ámbito institucional que ha ido definiendo el
propio sistema de partidos de cada país, sobre todo en lo que respecta a la
tendencia de la estabilidad y al bloque por parte de los partidos dentro del
sistema.
Aún así, también la
endogeneidad es clave para entender la existencia de una cierta politización de
las instituciones en tanto que determinados actores políticos que gozan de
capacidad de presión pueden constreñir institucionalmente las normas
electorales a su propio beneficio, dificultando la entrada de nuevos partidos
mediante los umbrales, por ejemplo. La ley de Duverger refleja bien la
influencia que tienen las instituciones hacia los sistemas de partidos.
¿Resulta pues, pertinente
afirmar que el policy making es consecuencia de las normas electorales, donde
en función de estas leyes, el sistema de partidos y, por ende, su dinámica
parlamentaria y acuerdos de gobierno se habrán visto moldeadas por estas? Hay
debate, aunque quizá no tanto.
Referencias
- Boix, C. (2007). "Emergence of parties and party systems". Oxford Handbook of comparative politics (p.499-521). Nueva York: Oxforx University Press.
- Lijphart, A.(2000). "Modelos de democracia. Formas de gobierno y resultados en 36 países". Ariel (C.5, p.71-94). Madrid.
- Mair, P. (2006). "Party system change". Handbook of party politics (C. 7, p.63-73). Londres: Sage Publications.
- Wolinetz, S. (2006). "Party systems and party systems types". Handbook of party politics". (C.6, p. 51-62). Londres: Sage Publications.
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